El chivo expiatorio

Lo ocurrido el pasado miércoles 24 en Santiago de Compostela es un episodio del infortunio. Ahora bien, hay que buscar culpables y todo el mundo mira, cómo no, al maquinista.

El peso de 78 muertos en tu conciencia y de la gravedad en la que se encuentran más de cien personas en el momento en que tú conducías el tren no creo que pueda ser imaginado más que por ese hombre, el maquinista.

Pero, me pregunto yo, ¿Puede una persona comprarse un ticket de tren e ir vendido como aquel que dice en manos del maquinista? ¿Y si este hombre es un suicida? ¿No existen medidas de seguridad que inicien un sistema de frenado si esta persona pierde la consciencia, sufre un ataque al corazón, se duerme…? ¿Es que no existen ese tipo de medidas? Pues claro que sí existen pero no funcionaron el pasado miércoles y nadie habla de ellas. Es mejor buscar un chivo expiatorio. 

Poned atención a este vídeo. 

http://www.youtube.com/watch?v=Tm-Uc5XVjHM

La reina de la casa

¿Alguna vez has pensado que tu vida hubiera sido distinta por un hecho fortuito que no depende de nada más que del azar?

Yo me he preguntado en ocasiones: ¿Hubiera sido diferente mi vida si en lugar de nacer mujer hubiera nacido varón y si el lugar de nacimiento que ocupo entre mis hermanos fuese el invertido, es decir, ser la pequeña después de los tres varones en vez de la mayor?

Estoy convencida de que sí. Pero el azar quiso que fuese una mujer y que naciera la primera.

Cuando la gente me pregunta cuántos hermanos somos en la familia y le digo que soy la única mujer entre tres hermanos varones siempre coincide en decirme: Eres la reina de la casa!

Noticias que no quisiéramos escuchar

La entrada de hoy la tenía escrita desde hacía días motivada por la reciente pérdida de una joven alhaurina de tan sólo treinta años. Se llamaba Silvia y en pocos meses su vida dió un giro inesperado que la obligó a luchar con una cruel enfermedad. El pasado domingo todo el pueblo despertó con la mala noticia de su fallecimiento. Aquí deja a su familia destrozada y a dos hijos pequeñitos. Qué injusto!

Ese ha sido el desencadenante de que escribiera este post, una serie de preguntas y reflexiones acerca de la vida y su fragilidad. Cuando iba a publicarlo me he encontrado con la noticia de que hace tan sólo unas horas un tren ha descarrilado en Santiago de Compostela segando la vida de decenas de personas y familias. Otra noticia que nunca quisiéramos escuchar.

 

Vivimos en una vorágine en la que no prestamos muchas veces atención a las cosas realmente importantes pues pasamos años ahorrando para tener un mejor futuro, el ritmo de nuestro día a día es vertiginoso y queremos participar de todo, invirtiendo gran parte de nuestro tiempo en cosas superfluas que no sirven para nada.

En situaciones como estas me pongo a pensar: ¿Es la vida que queremos? ¿Somos felices? ¿Podemos hacer felices a quienes nos rodean con cosas simples? ¿Prestamos atención a los que realmente nos importan o nos dejamos llevar por el móvil, el whatsapp o internet mientras nos están hablando? ¿Hay cosas que queremos hacer y vamos retrasando anteponiendo excusas tontas? ¿Disfrutamos de las pequeñas cosas de la vida como pasear por la playa, hablar con la familia, jugar con los pequeños, sentirnos niños, disfrutar de una comida familiar, recordar viejos tiempos de la infancia o reir al recordar anécdotas pasadas? ¿Valoramos aquello que la vida nos ha regalado? ¿Somos conscientes de que podemos ver, que disfrutamos al saborear una comida, que escuchamos música, que andamos, que podemos correr y mover nuestro cuerpo, que la brisa del mar nos da en la cara, que la lectura nos transporta a otras vidas y otros tiempos, que la imaginación es libre, que la música es un regalo, que no nos duele nada o que podemos jugar a pedir deseos e imaginar?

Y tu ¿Realmente eres consciente de lo afortunad@ que eres?

… Y así llegó Lilí a mi vida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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A sus 83 años me confesó un deseo. La enfermedad estaba ya avanzada y todo lo que estuviese en mis manos era poco para agradarlo. No había sido un hombre de caprichos ni mucho menos pero, sorprendentemente, en una de las visitas que le hice me dijo:

 

  • María, quiero que me busques una gatita que sea pequeña, recién nacida, para terminar de criarla. Tráemela en cuanto puedas.

 

Me pareció algo extraño, más que nada porque no lo había escuchado pedir ningún deseo en su vida y ya se le estaba apagando. Cuando terminé la visita me puse manos a la obra: busqué en clínicas veterinarias, pregunté al vecindario, a amistades… pero no encontré la gatita que él quería pues había sido muy conciso: «pequeña, para terminar de criarla». Las gatas que encontraba eran todas grandes pues no era la época de cría. Así que me vi en una encrucijada intentando cumplir un deseo de mi abuelo Antonio a sabiendas de que era de los últimos que formularía en su vida. Moví cielo, tierra y mar, pero no era la época para encontrar una gatita pequeña.

Así pasaron unas semanas, agotando el tiempo y pensando que no llegaría a darle lo que me había pedido y con gran incertidumbre. Le hice entrega de un gato ya crecido que encontré pero siguió empecinado en su petición: «una gatita chica, recién nacida».

La casualidad quiso que me encontrara en la calle con una chica que tenía una camada de gatos en una caja y le pregunté si tenía una gatita a lo que me contestó que sí y que pasadas unas semanas, tras el destete, me la daría. Y así fue como Lilí llegó a mi vida.

La enfermedad cruel e implacable que lo mataba seguía su camino pero pude llevarle la gata a tiempo de que la conociera, aunque tan sólo fueran unos días antes de morir. Aún así, cuando se la llevé abrió los ojos y consiguió dibujar en su cara una sonrisa… e incluso hablar:

 

  • Esta era la que yo quería- dijo mientras la acariciaba y volvía a entornar los ojo-. Que le haga compañía a tu abuela cuando… llegue  el momento. Para que no se sienta muy sola. 

 

Fue un momento mágico, que pensé no llegaría a ocurrir, en el que mi abuelo demostró una vez más su gran fortaleza. Un sentimiento de tristeza unido al de felicidad difícil de imaginar. Pero así fue: triste pero feliz a la vez por haberle ofrecido el deseo que me había pedido, por haberlo podido agradar en algo. No pasó ni una semana desde que conoció a Lilí cuando mi abuelo Antonio falleció.

A la gata le puse Lilí y es una gatiga atigrada, caprichosa y presumida a la que no dejo de querer cada día más, pues entre Lilí y yo hay una relación muy especial porque ya son tres años conociéndonos. A veces me pregúnto cómo se puede adivinar el sentimiento de un animal por su cara: se cuando tiene miedo, cuando está agusto, cuando quiere mimos… También echamos ya nuestras conversaciones pues cuando contesto a sus maullidos Li, como la llamo cariñosamente, me contesta con otro o con algún sonido producido en su garganta. Así podemos pasar un rato. Ya hay confianza!!

Gracias al deseo de mi abuelo conocí a Lí. No me hubiera planteado de otra manera tener una mascota pero afortunadamente así fue y vino a enseñarme muchas cosas, entre ellas, un sentimiento único en el que confluyen muchas emociones y que es el que nace en ti cuando tienes un animal de compañía, si tienes uno ya sabes a qué me refiero. Ella me regala momentos preciosos y me hace recordar a mi abuelo muchas veces. Al verla me da mucha alegría porque la quiero y porque me trae un buen recuerdo de mi abuelo, que allá donde esté le alegrará verla ya tan crecidita.

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Yo canto lo que he escuchao

El sábado me escapé un rato a escuchar a esta gran cantaora y buen guitarrista. Son cosas que ocurren en pocas ocasiones y hay que aprovechar. Me pidieron una crónica y hecha está además de publicada en distintos medios. También quería compartirlo con vosotros. Espero que os guste a los aficionados y a los que no lo seais os sirva para conocer a estos artistas. 

 

Con esas seis letras explica Mari Peña tantas cosas que hay que conocer dónde se ha criado y lo que ha vivido para entender la trascendencia de esa frase. Realmente Mari ha gozado de un gran privilegio pues ha podido escuchar a personas tan ilustres como Fernanda, Bernarda, Gaspar y demás artistas «metiita allí en Utrera», como dice la canción.

Su actuación en la peña flamenca «Torre del Cante» era muy esperada y no defraudó. Comenzó cantando por tonás acordándose, cómo no, de Tomás Pavón. Siguió con unos tientos tangos para los cuales echó mano de su paisano Gaspar de Utrera haciéndonos recordar sus ecos y su particular estilo. El tercer cante fue la soleá.

En otras ocasiones he escuchado a esta mujer decir: «Siendo de Utrera estoy obligada a cantar por soleá» algo que ayer volvió a repetir. Lleva toda la razón del mundo y no sólo eso, pues se advierte una implicación emocional a ese cante a la que va unida una responsabilidad tremenda. Y la bordó para satisfacción de todos los allí presentes.

Fernanda, estuvo omnipresente no sólo en la soleá sino también en las cantiñas del Pinini con las que continuó su actuación, refrescando el ambiente con ese cante antiguo y particular con una idiosincrasia propia que Luis el Salao acompañó de lujo. Llegado ese momento nos deleitó con un soplo de frescura, el que aportan las cantiñas del Pinini y que siempre lleva en su repertorio. Si me pongo a pensar buscando a alguien que pueda cantar hoy ese cante de una forma tan fidedigna como las que creó Pinini y grabaran Fernanda o Bernarda no la encuentro más que en Mari Peña.

Mari se deja llevar por las emociones y se entrega al cante de forma religiosa. No lo entiende de otra manera. Su cante está lleno de explosiones inesperadas, estallidos de arte que no dejan indiferente a nadie porque ponen la piel de gallina, algo muy escaso en el panorama flamenco actual.

Después vinieron los fandangos por soleá, como ella dice: «En Utrera se hace to por soleá» y terminó la actuación por bulerías. Como buena utrerana se defiende bien por fiesta y las dejó para el final haciendo cositas como los romances o los cuplés metidos por bulerías. Una selección con la que encandiló al público allí presente que supo entender que una actuación con el sabor añejo que tan rara vez se encuentra hoy.

Mención aparte merece Luis el Salao que con su guitarra supo acompañar magníficamente a esta cantaora. Luis, guitarrista del Arroyo de la Miel, se confiesa abiertamente un gran aficionado al cante y con ello sabe perfectamente el toque que le va pidiendo el cante en cada momento. Sí que supo hacerlo bien y no cayó en el error de lucirse interpretando falsetas interrumpiendo a la cantaora ni exhibiéndose. No. Se limitó a acompañar a la cantaora, cómo no, con cositas de Diego o de Paco el del Gastor… y suyas también. Y así brilló más.

Estamos frente a una cantaora visceral, que se entrega y se le nota cuando se agarra el mantón intentando así ahondar aún más en el cante, escarbar en los sentimientos. Lo vive y lo trasmite al aficionado. Una cantaora a la antigua usanza de esas que conservan el flamenco tal cual, sin manosearlo ni manipularlo, sabedora que la autenticidad no se puede perder nunca y que ella es portadora de esa bandera por casta, por amor y porque le ha tocao. Menos mal que canta lo que ha escuchao!!

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El duende no entiende de fronteras

      Esta nueva entrada he de dedicarla, casi de forma obligada a Robert Cray. Aún sigo rememorando los entrañables momentos que este hombre me hizo sentir el viernes pasado en El Portón del Jazz. Sabía que venía un importante guitarrista a la cita pero no tenía ni idea de su música, que me llegó al alma.

Como la mayoría del público, cuando llegué a la Finca El Portón me acerqué hasta la plazita, pedí un refresco, saludé a amistades y me dirigí al auditorio para tomar asiento. Pasados unos momentos se apagaron los focos y pronto salió a escena un hombre negro acompañado de otros tres hombres: uno se sentó a la batería, el otro al piano y teclado y el otro al fondo con el bajo. Robert Cray en el centro del escenario con su guitarra y acercándose al micrófono dirigió las primeras notas del maravilloso concierto. Momentos antes habían empezado los cuatro a tocar de forma simultanea. Justo ahí comenzó la conexión y supe con ello que había encontrado a un nuevo artista al que no perder la pista.

Robert y su Blues Band causaron en mi un extraño sentimiento que pude comprobar a medida que iban interpretando una y otra canción. !Me transportaron a lugares y a personas! Me vi en el muelle esperando cual Ottis Reding como dice en su canción «Sitting on the dock of the bay», a los coros gospel cantando en las iglesias, a los entierros de los negros en Nueva Orleans, al nacimiento del blues en barrios oprimidos, a la etapa de la exclavitud.. y también me hizo encontrarme con Ottis Reding, con Ray Charles, con BB King, a Raimundo Amador y, ¿por qué no decirlo? Con artistas flamenco universales como Fernanda de Utrera. Y fue con ella con la que me encontré pues observé mucha similitud en las voces de la una y el otro: rasgada, llena de matices, sufrida, honda, ronca, grave… enigmática, así como en la hondura con la que cantaban y quizás el origen del canto del uno y de la otra tuvieran el mismo origen. Yo creo que sí. Sin duda, dos personas especiales. Fue una experiencia sublime que… Me cautivó!!

Los diferentes ritmos que ofreció en el concierto fueron tan variados que pasó del blues, al funky, al jazz o al gospel y a mil más que no sé diferenciar pero que estuvieron presentes formando con ellos una magnífica obra de arte que quedó para la historia de quienes vivimos ese momento mágico que duró casi dos horas. Hacía mucho, mucho, que no vibraba tanto con tan sólo escuchar a alguien cantando y tocando su guitarra.

Ahora, que intento escribir lo que sentí en el concierto, estoy intentado no utilizar frases como: «es algo que no se puede explicar con palabras» o «hay que vivirlo», tópicos en los que se cae con frecuencia como el famosísimo cartel anunciador de Lola Flores en New York: «No canta, no baila. No se la pierdan», lejos de poder definir en un panel qué ofrecía en una actuación de la gran Lola de España. Y es que el arte tiene características que se escapan a las palabras. Es justo ese sentimiento el que sentí. Y hacía mucho que no me ocurría porque cosas de ese tipo no ocurren con frecuencia y lo que también sé es que me aportó dosis de ilusión, de magia, de duende, de verdad… de arte.

Por eso cuando dicen que el buen artista es reconocido en cualquier parte del mundo aunque su público no sea muy experto, como es mi caso. Desde aquel momento soy fan de Robert Cray y en cuanto pueda me compraré sus CD´s. Os dejo un enlace de la canción con la que comenzó el concierto… qué momentazo!!!

http://www.youtube.com/watch?v=GcpH4k0iugk&feature=share

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Un nuevo caso para Robert Langdon

La realidad supera a la ficción. Una realidad que envuelve todo, que hace que vivamos en un mundo manipulado, que se disfraza y que no deja de ser patriarcado. Hay quien se aferra a él en última instancia temiendo que algún día se pueda hacer añicos. Y lo digo por esta noticia que hoy sale publicada en distintos medios:

http://www.diariosur.es/20130712/local/malaga/cofradia-amor-quiere-mujeres-201307120015.html

La noticia habla por sí sola y, precisamente, por eso es una noticia, porque en el s.XXI se lucha por seguir manteniendo esa diferencia de roles masculinos y femeninos para dar una imagen, en este caso visual, que se interioriza a nivel actitudinal y que ayuda a categorizar lo que es masculino y lo que es femenino. Es un intento más por defender esa forma de organizar la sociedad de manera que los hombres sean más visibles y las mujeres más invisibles.

Y resulta que ayer la Cofradía del Amor anuncia en su página web que, por recomendación del obispado, mejor sean los varones los que se vistan de monaguillos y sean ellos quienes lleven los ciriales y los inciensarios. ¿Alguien me puede decir qué simbolizan los ciriales? ¿Y los inciensarios? ¿Por qué no los puede llevar una mujer, en este caso, una inocente niña? Habría que echar mano de Robert Langdon para que expusiera la teoría correcta y nos desvelara los curiosos misterios que encierran esos objetos en las procesiones de las cofradías de Semana Santa que el resto de personas no alcanzamos a entender. O quizás no haya ninguna «explicación» sino que directamente han decidido que sean los hombres por dar una apariencia que ellos consideren correcta haciéndola publicar incluso en su página web ¿Qué daño puede hacer una niña llevando un cirial?

¿Os imaginais que se revelan las niñas y dicen de no participar en la procesión? Estaría gracioso y sería quizás el primer acto de rebeldia, o quizás no. Pero moverían ficha y alzarían su voz.

Yo, que no soy cofrade, que desconozco todo cuanto concierne a ese mundo, no me voy a meter en las cosas que debe hacer una Cofradía, que es una asociación de fieles católicos. Entiendo que la Iglesia ha estado y está categorizada según el sexo pero ¿Por qué desde pequeños ya los están diferenciando? ¿Por qué las niñas tienen que vivir un momento como este en el que no sepan por qué no pueden acceder a algo que los niños sí? ¿Aprenden desde pequeñas que los niños consiguen las cosas con más facilidad? ¿Quién estipuló que los varones eran quienes deben portar estos objetos? A mis ojos, y seguro que a los del Diario Sur que es uno de los medios en los que puede encontrar esta noticia, es un intento más, casi a la desesperada, de aferrarse al pasado que casi se escapa y que hay que recuperar como sea. Y me reitero, por eso es noticia.

Afortunadamente no se puede luchar contra la valentía de algunas mujeres y si no mirad qué ejemplo tan claro os voy a poner. Si el obispado sugiere a una Cofradía que mejor lleven los ciriales los varones ¿cómo imaginar que el puesto de Hermano Mayor, el más visible y relevante, sea ostentado por una mujer? Sería romper por completo los cánones. Realmente es algo muy curioso por lo difícil que es encontrar una mujer desempeñando ese puesto otorgado en exclusividad durante siglos a varones. Pues bien, conozco y visibilizo desde este blog el caso de tres mujeres que han sido Hermanas Mayores y que no se han dejado llevar por los tòpicos: la primera en romper con todo tipo de tópicos fue Montserrat Torres Moreno en junio de 2004 cuando fue nombrada la primera Hermana Mayor en varios siglos de historia que tienen las cofradías en Alhaurín de la Torre y la primera también de la provincia de Málaga. Ya es decir!! A ella la siguió Inés María Jiménez Quero, ambas de la Cofradía de Los Verdes, y actualmente Dolores Luque de la Cofradía de Los Moraos. Seguramente habrá más en otros lugares que habrán paso con su trabajo y su ejemplo a la igualdad. Ellas tres son de Alhaurín de la Torre, Málaga. Y han hecho historia.

Por eso pienso que lo que hoy sale en los diarios es un paso hacia atrás auspiciado en el miedo. Mira que si las niñas deciden no ir más en la procesión… Sería una forma de revelarse ya de pequeñitas. Mira que si un día nos sorprende de nuevo una noticia en los diarios: «Las niñas de la Cofradía del Amor se niegan a salir en procesión» ¿Sorprendería más que la que hoy ha salido publicada? Cuánto patriarcado maquillado hay aún!… ¿Qué digo maquillado? !!Sin maquillar!!

 

Por casualidad!

 

Debemos ser justos con nosotros mismos y valorar los pequeños lujos que nos regala la vida.

Ayer, sin ir más lejos, me pasó algo que sin salir de lo normal no entra dentro de lo cotidiano.

Después del subidón adrenérgico que me produjo ver el comentario de Ildefonso Falcones en su página de facebook con respecto a mi recién estrenado blog, puse el correspondiente escrito en mi página y realicé llamadas varias a amistades y familiares más cercanos, lo degusté en el momento y tuve para saborearlo todo el día !! Porque algo así no ocurre todos los días!!

Después de aquello tuve que hacer algunas cosillas y me encaminé con paciencia hacia la plaza, me acompañaba mi hermano Sergio. Después de «hacer el mandao» volvía de nuevo a casa cuando me topé con una reunión de amigos del pueblo de toda la vida en la que estaban: Juan de Dios, Paco el del Tabanco y Rafael el Rubio. La invitación fue instantanea por parte de mi primo Juan de Dios y no me dió tiempo a dudar cuando ya le estaba diciendo a Sergio que tomara asiento. Y así lo hicimos. No tardaron en incorporarse a la reunión Antonio Rocha y su amigo Pedro.

Todo esto sucedía en la plaza San Sebastián a la una de la tarde. La temperatura era ideal a pesar de estar casi a mediados de julio y, sobre la mesa, el camarero había depositado las bebidas de cada uno: tinto con limón, fino y más fino.

Empezaron a surgir conversaciones acerca de la historia del pueblo, de personajes ya casi olvidados, de costumbres, de anécdotas que Antonio Rocha narraba con una gracia que provocaba las risas entre los congregados. Ya le tengo dicho que debe registrar por escrito algunas de esas cosas que sólo sabe él y que valen para conocer mejor el Alhaurín que ya se va perdiendo. Juan de Dios con su mirada bonachona estaba diciendo: !Qué alegría de verano! !Esto es disfrutar! Rafael reía y aportaba las experiencias sobre su huerto y los animalillos que tiene en su campo, Pedro empezó a hablar de Manuel el Agujetas, y Paco del arte sin academias. Mi hermano Sergio atendía a las palabras de estos personajes autóctonos del pueblo sabedores como nadie de la cultura pueblerina. Una conversación que iba entrelazando una cosa con otra y no dejaba de tener sentido pues los interlocutores iban rotando en sus diferentes conversaciones y todas confluían en una.

Las risas se sucedían, el ambiente era inmejorable, la vida de la plaza seguía su curso y los que pasaban nos saludaban con una sonrisa en los labios que era devuelta con buena gana. Hubo un momento en que callamos todos en la vorágine de comentarios, momento que rompió Rafael diciendo: «Ha pasado un ángel» y se echó a reir. Para entonces el camarero había servido ya dos rondas. Fue ahí cuando se levantaron Antonio y Pedro y se despidieron. El resto nos quedamos hasta la tercera ronda viendo la vida pasar desde un rincón estratégico de la plaza de San Sebastián.

Se ve la vida de otra manera sentado alrededor de una mesa con amistades y echando unas risas así, de forma expontanea. Pronto la conversación se encaminó hacia el tema del arte flamenco pues todos los allí presentes somos grandes aficionados y, siguiendo la línea de humor característico, Rafael dijo: «Pero si aquí hay un cuadro flamenco: yo soy el cantaor, de nombre artístico «El Rubio Las Monjas», Paco el bailaor y Juan de Dios que es el monstruo de la guitarra.. De aquí a un tablao!!. Las risas encontraron una ocasión más para hacerse sentir incluso por los viandantes que miraban la reunión de amigos. Un respiro de ese tipo no tiene precio y os aseguro que aporta un bienestar muy reconfortante al cuerpo.

 

En la tercera ronda quedó la reunión y nos despedimos recordando que no debíamos dejar pasar tiempo hasta la próxima pero esta con guitarras y cante de por medio. !Eso está hecho! Así pues, no dejes de pasar un rato con los amigos y charlar de lo que encarte, de lo que surja, y tomar mientras un tentempié que vaya alegrando la charla y el ánimo. La vida debe tener esos momentos. Ahora que el clima invita y tenemos más tiempo para nosotros ya sabes: es el momento!! Te animará bastante.

Y ni que decir tiene que, además de disfrutar de ese gran momento, el resto del día seguí ¿cómo no hacerlo? Regocijándome en la dedicatoria de este magnífico escritor que es Ildefonso Falcones… y lo que me queda!!

Tabaco en la Vega del Guadalhorce

 

 

En la Comarca del Guadalhorce está el Valle del Limón. Hay incluso un cartel que así lo indica cuando se pasa del municipio de Alhaurín de la Torre a Cártama, para que no quepa la menor duda, aunque si miras a un lado de la carretera lo que los ojos encuentran son grandes extensiones bien alineadas de ese árbol hacia la vega del río y si lo hace en dirección a la sierra podrá encontrarse con bancales, terrazas excavadas en la tierra a base de esfuerzo y sudor, sembradas del mismo árbol.

Parte de mi familia es de esa zona, concretamente de la última pedanía de Alhaurín que linda ya con Cártama. Esa pedanía, aldea o cortijo, como la llaman los lugareños, se llama Santa Amalia, también conocida como Las Monjas. De allí es mi madre y toda su familia.

Parte de mi infancia transcurrió allí y conozco medianamente bien la zona y sus características. Entre todo sobresale el cultivo de cítricos, muy mal pagado por cierto, y se me haría muy difícil pensar que en otra época era otro el cultivo que abarcaba la vista. Y es que resulta que hace varias décadas el reinado del limón era compartido con otro cultivo: el del tabaco. Y había grandes extensiones de él a lo largo de la vega al igual que secaderos donde airear el producto para luego llevarlo a la Tabacalera de Málaga.

No hay que remontarse muy lejos para encontrar a alguna persona que haya trabajado esa planta. Sin ir más lejos mi madre ha despalillado (espalillao, como se dice por aquí). Mi abuela por supuesto y mi bisabuela también. El proceso era complicado pues había que arrancar una por una las hojas de tabaco del tronco, algo muy laborioso y que dejaba las manos negras y pegajosas, se apiñaban en manojos para subirlas al secadero o a la copa de los árboles si no había con qué pagar el secadero. Así se cumpliría otro paso más, el secado de la hoja.

Posteriormente se apilaban en cajones de madera, que constituían a su vez una medida, se aplastaban, se tapaban y se volvían a aplastar subiéndose dos hombres encima depositando todo su peso para prensar bien las hojas. Por último se sellaban con un saco mandado de la Tabacalera que se cosía por fuera y se ponía la procedencia de la mercancía. Y de allí a la Tabacalera de Málaga o de Cádiz.

Pues la otra noche mi abuela me contó toda esta historia y también me dijo que antiguamente el tabaco se elaboraba en la casa de forma artesanal. Sus abuelos tenían sembrado de cítricos sus tierras aunque dejaban crecer unas cuantas plantas de tabaco para consumo personal del abuelo de mi abuela, Cristóbal Sánchez. El se encargaba de recoger las hojas, hacer los manojos y colgarlos en los árboles aunque había tres secaderos en Santa Amalia: uno de Pablo Vega, otro de la familia Bravo y el otro de Manuel Vega, pegando a la acequia junto a la era. En la zona denominada «el nº 1», también había dos secaderos, uno de ellos ha estado en pie hasta hace unos cinco años. De ellos queda hoy el recuerdo.

Siguiendo el proceso de mi tatarabuelo, una vez secadas en el árbol y retiradas de allí, las metía en el horno de la casa para que se secaran por completo, las sacaba, las desmenuzaba a mano, las dejaba airear al sol, le echaba una proporción de bicarbonato sódico y las volvía a poner en una caja de madera al sol del patio unos días. Entonces lo único que tenía que hacer era poner en marcha su maquinilla con la que le salía el cigarro ya listo o hacerlo de forma manual: extender un papel de fumar sobre sus dedos, depositar sobre él la cantidad exacta de tabaco para lo que había un cilindro con la medida exacta de cada cigarrillo, lo liaba y pasaba la lengua al papel para sellar el cigarro. Y a fumar!! Con todo lo que había preparado tenía para todo el año.

Por curiosa que me resultó la historia, por la relación con el libro «La reina descalza» y por nostalgia de ese episodio que no conocí he escrito hoy este nuevo post.

 

Precisamente el día 27 de junio de este año 2013 pararon las máquinas de la Tabacalera de Cádiz después de dos siglos de historia. Ya no queda ninguna en Andalucía pues la de Sevilla también corrió la misma suerte y la de Málaga era yo pequeña cuando la cerró sus puertas.  

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Déjate atrapar por «La reina descalza»

 

Cualquier época del año es buena para leer. Al verano suele atribuirse una estación idónea para ello aunque creo que siempre es un buen momento pues siempre podemos conocer historias que nos transporten a donde nunca pensábamos viajar.

En mis estancias itinerantes por las tierras andaluzas, las tardes se hacen eternas máxime cuando no hay compañeros con las que matar el tiempo haciendo visitas a lugares desconocidos, tomando cafeses en cafeterías, visitas a las casas, a la biblioteca del pueblo o a monumentos señeros del lugar o pasar la tarde de cháchara.

La lectura más que nunca me atrapa en esos momentos. Y suelo leer muchos libros en esos meses. Este post está dedicado al último libro que me he leido y que recomiendo a todos los lectores amantes de la novela histórica.

Allá por febrero se presentó el nuevo libro de Ildefonso Falcones, uno de mis autores favoritos del momento. Sus otras dos novelas : «La catedral del Mar» y «La mano de Fátima» fueron bestsellers como en poco tiempo se convirtió su tercera novela: «La reina descalza». Me gustaron tanto que no dudaba en que compraría la tercera novela así que, tratara el momento histórico elegido por el autor, la iba a comprar sí o sí. Y la adquirí en la Feria del Libro de Córdoba, justo el mismo día del libro pa más señas. Me la llevé a casa y empecé a ojearla hasta que cuando me di cuenta me tenía totalmente atrapada.

Resulta que, a la devoción que tengo por este magnífico escritor, había que sumar la trama de la historia escenificada en el sevillano barrio de Triana en el s. XVII con los gitanos como protagonistas y una negrita cubana llama Caridad que, por circunstancias de la vida, llegó también al barrio sevillano y allí entabla una relación con los gitanos que la marcará de por vida.

De las aventuras de la Triana de aquella época, los cantes flamencos de entonces, las letras, las vicisitudes del pueblo gitano, sus costumbres, las pragmáticas contras los gitanos emitidas por reyes y llevadas a cabo durante décadas aderezado con historias de amor y odio, toques de sexo y humor logran hacer sentir al lector un cúmulo de emociones que es imposible no vivir a la par que vas pasando las páginas del libro.

El autor se documentó bastante bien. Mientras leía el libro pude encontrar citas históricas de artistas flamencos como la que inmortalizó Tía Anica la Piriñaca «Cuando canto a gusto me sabe la boca a sangre». La repite en varias ocasiones al igual que pude relacionar las letras que aún hoy se siguen cantandoy que hacen referencias a la época: a las galeras, a los castigos de las pragmáticas reales o a la obligación de la Iglesia por convertir en cristianos a los gitanos. Letras como:

 

 

Por caña:

A mi me quieren mandar

A servir a Dios y al Rey

Pero apartarme de ti

Eso no podrá la ley.

 

Por soleá:

Porque había tocaito el toquecito de silencio

nos mandaban a callar

y al toquecito de diana

nos mandan a levantar.

 

Por galeras:

Parar el tiempo yo quisiera

si eso estuviera en mis manos

que no vayan a las galeras

mis niños que son gitanos.

 

De las influencias culturales entre negros y gitanos en aquella Andalucía versa el libro también, mezclas que se advierten en el flamenco aunque hoy cueste mucho imaginar al aficionado que hay tintes de música negra en los cantes flamencos. Una historia que saca a relucir Ildefonso Falcones como nadie y que estaba ahí… dormida.  Image